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martes, 9 de noviembre de 2010

Breve crónica del socialismo científico. Por Marco Ornelas

RECADO A FIDEL ¿A quién se le ocurre nacer héroe en tiempo de mercaderes, Fidel? El último caudillo de América se va a morir de soledad o será aplastado por su pueblo que ya no aguanta la barriga vacía. A este pronóstico deportivo apuestan hoy las democracias. Y tú oyes crujir el techo de la casa que levantaste y sientes que tus sueños se desmoronan, que caen sobre ti a pedazos la maldita esperanza y el amor al hombre. Quisiera decirte que te salves, pero no te salves, Fidel. Eres la dignidad. Y algún día la dignidad será sacada como brillante del corazón profundo de la tierra. Jaime Sabines “La verdad no está casada con nadie”, profiere un aforismo académico. De manera tal, que el error de todo pensador es matrimoniarse con ella por la fuerza. Un matrimonio por fuerza implica un infierno. Y me pregunto, ¿quién quiere vivir un infierno? No creo que el socialismo científico elaborado por Marx y Engels hubiera tenido como meta la procreación de un infierno en la tierra, antes bien, pienso sin duda alguna, que lo que querían era edificar un paraíso terrenal como todos sabemos. Y de hecho, fue lo que crearon con el socialismo científico, la utopía política más grande del siglo XX. El discurso filosófico de Marx y Engels puede caracterizarse como la síntesis del socialismo utópico de Henri de Saint-Simon, Charles Fourier y Robert Owen en cuanto a la organización social. De Hegel tomaron la dialéctica aplicada a la materia y no al espíritu. De Feuerbach asimilaron el ateísmo, donde se establece que Dios es una idea creada por la mente del hombre tomando lo mejor de él. Así mismo del anarquista Proudhon, atrajeron elementos de organización para la sociedad. Con todo esto, los filósofos realizaron una mixtura extraordinaria con el fin de argumentar contra el liberalismo económico de Adam Smith, y David Ricardo. Es una realidad que en la revolución industrial hubo grandes injusticias de la burguesía para con el proletariado, motivo que llevó a los pensadores a dar una respuesta tajante en una de sus principales obras: “El Manifiesto del Partido Comunista”. Como podemos ver a continuación, los pensamientos de Karl y Friedrich abarcaron la filosofía, economía, y la ciencia política. Sus principales postulados pueden recapitularse en: 1.- Materialismo: Lo primero es la materia, ella produce el espíritu y no al revés. Si se dice que el espíritu es primero, y que la materia es producto del espíritu, tenemos la base de la filosofía idealista (Hegel y el cristianismo). Todo ser es materia. No hay seres espirituales independientes de la materia; por tanto Dios, entendido como un espíritu puro, creador del universo, no existe, sino que es una idea creada por la mente humana. Tampoco existe el alma espiritual e inmortal. 2.- La Dialéctica: Es tomada de Hegel, como la ley del cambio de la realidad. (Tesis-Antítesis-Síntesis) No hay nada terminado, todo está en un continuo devenir. “El motor de la historia es la lucha de clases” 3.- Praxis: Significa acción o práctica. El pensamiento de Marx no pretende quedarse en la mera contemplación o en la teoría, sino llevar su discurso filosófico al mundo real. 4.- La alineación religiosa y la alineación económica: El marxismo pretende salvar al hombre de las alineaciones que sufre (alineación es lo mismo que supresión o enajenación de algún aspecto de la personalidad del hombre). Lo que quiere lograr el marxismo es que el hombre se libere de las explotaciones, opresiones y tiranías a las que ha sido sometido a lo largo de la historia. “La religión es el opio de los pueblos” En el aspecto económico, toda la propaganda comunista comienza generalmente delatando la explotación de que son objeto los trabajadores por parte de los capitalistas. El trabajador es el dueño natural del artículo que elaboró. Pero en el sistema capitalista, el trabajador es quien no posee nada; recibe un salario paupérrimo, y el producto queda en manos del empresario capitalista. Por lo tanto las empresas, las fábricas y los capitales productivos, deben quedar en manos del proletariado o del Estado comunista. Habrá que crear entonces la propiedad colectiva de los bienes, suprimiendo la propiedad privada. Claro, para poder implantar esta nueva filosofía era necesario azuzar al pueblo y provocar la revolución. Al fin y al cabo lo menos que podían perder los proletarios eran sus cadenas, y un mundo entero que ganar. De ahí en adelante comienzan las revoluciones procurando injertar la nueva panacea política (Rusia 1917-1989, el este europeo 1945-1989, se expande hasta China, Corea, Vietnam y Cuba, países donde a la fecha continua). La influencia del socialismo científico sigue su auge y Latinoamérica no es la excepción. El pensamiento marxista después de haber sido visto como un virus de alta peligrosidad por la Europa de aquella época, consiguió reivindicar su camino. Los académicos que consideraban a Marx como un periodista agitador que incursionaba en varias áreas del saber, le fueron otorgando credibilidad. Establece Gabriel Zaid en su ensayo “De cómo vino Marx y de cómo se fue” que el discurso del alemán circuló ante todo por vía sindical y que así llego a México de Estados unidos (suponemos, que así fue como también llegó a Latinoamérica y por su puesto a Cuba). Que la aparición de los “Manuscritos Económico-Filosóficos” en 1844 Lo consagraron como pensador importante. Para los años de 1920 y en adelante, el canto de la gran sirena marxista empezaba a jalar miles de prosélitos por el continente viejo y su resonancia llegaba hasta Latinoamérica. Pintores, escritores, poetas, e intelectuales caían rendidos ante la belleza inaudita de aquel canto. Se escuchaba decir: ¡Hay una nueva fórmula política para acabar con las injusticias de los burgueses contra el proletariado, se acabará la explotación, viviremos al fin sin cadenas, no habrá diferencia de clases, el Derecho y el Estado desaparecerán, habremos al fin recuperado el paraíso perdido! Para el año de 1956, en la gran isla del Caribe, Fidel Castro en compañía del Che y de ochenta hombres desembarcaban en bahía de cochinos con la finalidad de derrocar el gobierno de Batista e implantar el comunismo, cosa que harían, pero hasta el año de 1959 cuando entraron triunfantes a la Habana. Por ese entonces los ojos de América latina y por supuesto del mundo, veían aquel paisaje político como una joya plástica. Infinidad de intelectuales, artistas y políticos estaban a la expectativa de la revolución cubana. Personas como Jean Paul Sartre, Mario Vargas Llosa, Ernest Hemingway, Pablo Neruda, Susan Sontag, Ernesto Cardenal, Carlos Monsiváis, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez entre muchos otros, opinaban en pro del golpe castrista. ¿Qué fue lo que paso? ¿Dónde se convirtió está utopía en la distopía más grande del siglo XX?
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