Herética por naturaleza, hierofante en su interminable estudio del quehaber de la vida, escéptica mas no incrédula ni cretina, la nación mutante se jacta de ser un espacio en el que se és por voluntad, pues se requiere de voluntad para renacer, para renovarse, para sentir sin dejar de existir, trascender sin avasallar, adaptarse al mundo y cada rincón del universo de ser posible o morir con dignidad y libertad. Románticas premisas cargadas de una honesta cláusula firmada con sangre ante la inmensidad del padre Kosmos; 'SER ANTE TODO: PERMANECER EN CONSTANTE EVOLUCIÓN'.
La palabra es mágica, la magia es la vida; la palabra vibra a la vida. El hecho es magno, lo magno es mágico; la vida es una palabra llena de magia, sabor, colorido. Se palpa el calor y se palpa el frío, se ríe con dolor y se llora la felicidad, se sangra el bienestar y se respira humo para un día más concluir que se está vivo. Aquí no cabe el tedio, pues se extraña el no poder hacer nada; aquí no cabe la esperanza, todo se edifica y se reinventa; no hay tiempo para aburrirse, se vive al día. La furia es titánica, los corazones etán vivos y no esperan la luz del día, reciben al amanecer. No comen, devoran; no esperan, ansían; no beben, se embriagan.
Ser mutante es ser por decisión. Se nace nuevo, desnudo; se regresa al hueco al morir. Pero entre uno y otro foso del ciclo vital se encuentra el ser humano. El ser humano no nace, se hace, y para lograr hacer un humano hay que humanizarse. Ser humano es un compromiso constante, no se llega por etapas con los años, no es una carrera contra el tiempo, no es el año nuevo, sino el ser que se renueva cada año.
Pensar en forma mutante consiste en ser crítico y comprometido, se es honesto y se encara al mundo, se llora y se ríe a viva voz, de ronco pecho y sin reparos. La palabra no se regala, los gestos no son gratuitos, se busca ante todo el ser genuino y auténtico. Cada quien aprende a celebrar lo que es realmente importante de acuerdo con la brújula de la experiencia. Se degusta sabiamente el conocimiento para no convertirse en un esclavo de éste, la amistad es un valor sagrado así como el departir y compartir; el debate no es una disputa, y las disputas apuestan por la vida encarando a la muerte. No hay miedo, el miedo se muere con la voluntad por el cambio. Se detesta a la violencia como recurso por lo lamentable que es tener que apostar la vida, mas se convierte en alternativa de supervivencia. Se aprende a ser bestia y deidad, se aprende a ser filósofo sin tintes rosas. Se ama a la vida y se procura la salud mental, se entrena al cuerpo y se le imponen retos constantemente. El ser se habitúa a dialogar consigo mismo mientras se realizan las labores alimenticias, se degusta la cópula como un manjar y no se deja ni un grano en la granada, se mama toda la savia y se saborean los pétalos de la flor con todo y las espinas, se procura la buena salud sin dejar la vida en manos de nadie, el kosmos rota con el mutante y el mutante rota con el kosmos. No hay normas, más que aquellas que rigen a los seres vivos, se atiende a la norma quienes la imponen para sobrevivir entre esos seres homo sapiens, pero no se es parte del Leviatán y las bestias que le preceden y anteceden en concubinato, se aprende a vivir confundido entre la multitud, aunque tarde o temprano destaquen y queden a la vista.
El mutante se cura de la ceguera; de la de uno y de los dos ojos. Se ve aunque no se esté presente, se lee todo indicio que indica un camino y posibles vías, se estudian las soluciones y las razones para no resolver problemas. Los tontos se regodean siguiendo a los más hábiles; los mutantes no son hábiles, los mutantes son genuinos, viven su camino y ayudan a otros a ver su propio camino, o prefieren no ayudar por ocuparse de su senda. No hay que dar nada, no es necesario, todo está dado; por ello es que no se quita nada tampoco.
El mutante es líder, capitán de su propio destino, arquitecto y áuriga. El mutante es elemental, su casa está en cualquier parte y sabe que es centro del universo como cualquier otro ser. El mutante brilla y permite que todo brille a su alrededor. Pocas cosas le quitan el sueño y anhela siempre encontrarse; el mutante es integridad total, rehusa y rehuye a las banderas y a los títulos, conoce las llaves de la naturaleza y las claves de los hombres. Es titán, es bestia, es dios, es hombre, es mujer, dualidad y complemento, se prepara constantemente para complementar y completarse, se reta a sí mismo y busca vencerse aunque muera en el intento.
La creencia se desarrolla y se cifra en sí mismo, y en sí mismo se vierte la concepción sagrada de ser constante en su compromiso consigo mismo. El mutante sabe que nunca morirá mientras su paso por la vida esté presente. Es mortal y renace. El mutante habla de tú con el universo y se confiere a la eternidad.
Nada es trivial, y todo es insignificante por sí solo. No es un super hombre, simplemente, ha dejado de serlo para buscar su humanidad que sabe bien, no es gratuita.