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jueves, 12 de septiembre de 2013

Las diez estrategias de manipulación mediática - NOAM CHOMSKY

Las diez estrategias de manipulación mediática

1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.

La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Noam Chomsky
Visiones Alternativas

Fuente.










lunes, 18 de junio de 2012

LA TELEVISIÓN DEBE SER EXTIRPADA DE NUESTRAS CASAS - El Roto


El Roto: “La televisión debe ser extirpada de nuestras casas”

Posted by Yolanda Gándara

Andrés Rábago (Madrid, 1947) conocido como “El Roto”, seudónimo con el que firma actualmente y al que le han precedido otros en su larga carrera como dibujante satírico —como él mismo determina que es la forma más ajustada de definir su labor— publica a diario en El País sus viñetas, dardos de trazo preciso y austero en los que comprime reflexiones sobre la actualidad. Nos recibió a primera hora de la mañana en su estudio de Madrid interrumpiendo la elaboración de la viñeta que publicaría el periódico al día siguiente. El esbozo de una corona real sobre su mesa de trabajo acompañó nuestra conversación.

En algún momento ha definido a la monarquía como un trastorno hereditario. ¿Cree que se verá afectada la institución por el llamado “Caso Urdangarín”?

Yo creo que esto va a afectar gravemente a la monarquía. Justamente el dibujo de mañana trata de eso: si la corona pierde la forma se convierte en un mero metal. Las formas son muy importantes en estos temas. De hecho, la monarquía básicamente es una forma; si la pierde, desaparece. Me parece muy grave y no es una cosa a tomar a la ligera, el hecho de que haya no sé si llamarlo “un ladrón” en la familia es algo enormemente grave. Espero que tomen medidas y que esto se corte radicalmente pero si no, ya veremos qué pasa.

Acaba de publicar “Viñetas para una crisis”, una recopilación de ilustraciones sobre la situación económica en la que muestra una gran intuición en cuanto a su evolución.

No es tanto intuición como información. Estaba todo ahí, yo lo único que hacía era apuntar a lo que iba a ocurrir. El dibujante satírico no es un profeta, es un observador, y por lo tanto lo que hace es simplemente ver las cosas lo más distanciadamente posible y dejar constancia de eso que ve, sin planteamientos personales de intereses. Es un observador neutro, pero evidentemente hay un trasfondo de pensamiento personal en todo lo que se hace y eso es lo que puede definir la diferencia entre unos y otros dibujantes.

En el prólogo dice: “Todos hemos participado en la creación del monstruo económico, pero nada nos impide restaurar la cordura”. ¿Es usted optimista?

Sí. Solamente hay que observar cómo han sido los procesos históricos anteriores para saber que la vida continúa. Es una situación muy puntual y saldremos por otro lado o de otra forma, probablemente haya transformaciones radicales de las formas de vida, pero eso no significa que no siga habiendo vida. Es posible que lo que haya sea un declive de la cultura occidental, que en realidad se ha convertido en un sistema financiero. Retomar la esencia de la cultura y abandonar ese territorio puramente economicista es esencial.

¿Es ese el papel que tenemos cada uno de nosotros?

Los papeles atribuidos a cada persona son mucho más amplios. Cada persona es responsable de la creación de la realidad en la que vive si lo miramos desde un punto de vista más profundo, más interno. Desde un punto de vista externo, entramos en los poderes digamos exteriores a nosotros, pero creo que cada persona tiene el poder de construir su propia realidad y por lo tanto la responsabilidad individual es muy grande.

Durante los primeros días de las manifestaciones y acampadas del 15M publicó una viñeta con el texto “los jóvenes salieron a la calle y súbitamente todos los partidos envejecieron ” que se convertiría en un símbolo. ¿Qué opinión tiene de la evolución de este movimiento?

No sigo de cerca el movimiento, la verdad es que ignoro la situación en la que está actualmente, pero sí que ha sido un reflejo de una vitalidad social que parecía que no existía y eso es lo que me ha hecho creer que habrá reacciones más conscientes o más fuertes a lo que se nos está presentando. Creo que tendrán que enfocar la realidad social desde otro ámbito y probablemente tendrán que crear o recrear una nueva civilización, una nueva cultura. Vamos a ver lo que da de sí.

Se acaba de detener la aprobación de la llamada Ley Sinde, quedando pendiente para un fututo la ratificación de un reglamento sobre derechos de autor. ¿Qué opinión tiene sobre esta ley?

No he leído en profundidad la ley Sinde, solamente de forma muy superficial lo que figura en la prensa. Soy partidario de la defensa de los derechos de creación y estoy en contra de su apropiación por parte, no de los internautas, pero sí de los que están controlando el sistema, que se apropian de la creación ajena para incrustar en ella su publicidad y sus negocios. Porque en el fondo de lo que se trata es de que todo sea gratis menos lo que ellos nos venden y eso me parece profundamente deshonesto.

Usted forma parte de la historia gráfica de España, ¿cómo ha evolucionado?

De lo que hayan hecho los demás no sé mucho. De mi propia trayectoria, he ido desenvolviéndome dentro de lo que ha sido la historia de mi entorno. En momentos en los que la situación era más cerrada, durante la dictadura y la transición, el lenguaje adoptado era un lenguaje apropiado para esa situación; en la época de la democratización y apertura, adopté un lenguaje que también parecía conveniente a esa nueva situación. Digamos que he ido acompañando la realidad social, adecuándome en cada momento a lo que podía ser útil para la comunicación, porque hay que tener en cuenta que lo que yo busco siempre es una posibilidad de comunicación. Mi trabajo no busca un brillo propio, sino que siempre intenta ser útil socialmente.

¿Qué nos puede contar de sus inicios compartiendo publicación con Perich o Chumy Chúmez?

Fueron unos momentos muy interesantes. Creo que la sátira en aquellos momentos era socialmente muy útil y revistas como Hermano Lobo o Por favor o, ya más serias, como Triunfo o Cuadernos para el Diálogo, en las que participé, fueron revistas que tuvieron gran influencia en el desarrollo político español.

¿Cómo se explica que Perich sea prácticamente un desconocido en la actualidad?

Creo que hay un factor de olvido propio en España, es un país que olvida demasiado rápidamente a los creadores o a la gente que ha hecho algo. Pero hay un factor secundario que creo que también permite que eso se produzca y es que el dibujo, si no tiene un componente plástico fuerte, tiende a resultar evanescente, va perdiendo fuerza. Para atravesar el tiempo, y nos lo ha demostrado la historia de la sátira, es necesario que el dibujo tenga un componente artístico de notable calidad. Por donde primero muere una viñeta es por el texto y lo que más se mantiene es el dibujo. Y en el caso de Perich y de muchos otros el dibujo era demasiado frágil como para poder atravesar el tiempo. Creo que este es un factor también a tener en cuenta.

¿Ha sentido en algún momento el ejercicio de la censura?

En el tema de la censura creo que hay algo más de mito, al menos en lo que a mí respecta, que de verdad. Sí que hay temas donde he encontrado alguna dificultad, pero por lo general realmente siempre he sido libre tanto para poder elegir los temas como para desarrollarlos de la manera que he querido. No me siento en absoluto presionado por la censura.

¿Y por la corrección política?

Eso ya es más difícil: saber qué es la corrección política. La corrección política es más o menos la corriente dominante de pensamiento. Cuando trabajas en esto te das cuenta de la dificultad que entraña moverte en direcciones distintas a la corriente de opinión. Es una corriente que tiene una visibilidad y es duro nadar en su contra. Más bien hay que aprovechar las corrientes para moverte en la dirección que tú quieres sin un esfuerzo digamos gratuito, sin una pérdida de energía innecesaria. Hay que saber qué es útil en cada momento y determinar qué cosas, que no van a ser ni escuchadas, son innecesarias. Creo que hay que buscar las fisuras del sistema, los lugares por donde puedes colar tu información, tus ideas, tu pensamiento; más que ir en bloque contra un muro que no se va a derribar.

¿Siempre da su opinión en sus viñetas o en alguna ocasión ha soltado a propósito algún exabrupto para incomodar?

No. No es mi estilo. Mi estilo procura ser reflexivo y educado

Seguro que en algún momento le han echado en cara el dibujar estereotipos.

Nos movemos dentro de un lenguaje de códigos y dentro de ese lenguaje de códigos hay figuras. Lo que a mí no me interesa son los individuos concretos que representan esas figuras. Si dibujo banqueros no dibujo a un banquero concreto, no dibujo a Botín ni a ningún otro. No me interesan esos personajes porque cambian. No me interesa el gobernante de turno, por eso no hago caricatura, hago sátira social, porque los Zapateros se olvidan pero los gobernantes permanecen. Por eso me interesa más la figura como arquetipo que el individuo que en un momento determinado la encarne.

Es por eso que los personajes de sus viñetas tienen los rostros desdibujados, gafas de sol, están de espaldas…

Para evitar una identidad concreta de los individuos, porque representan de algún modo el hombre común.

(...) Seguir leyendo en Jot Down Cultural Magazine (fuente).







domingo, 30 de octubre de 2011

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