Kant, al final de su sistema ético-moral reafirma a la metafísica pero en un nivel diferente del científico. Los postulados de la razón práctica son como actos de fe establece el filósofo, no se basan en razones de índole científico, sino que son asentimientos libres.
Según el alemán, existe un actividad espiritual que podemos llamar conciencia moral. Y en la conciencia moral del hombre, podemos encontrar incluidos ciertos principios de actuar, pero además, este actuar o mandato no está sujeto a ninguna condición, es decir, es autónomo y libre, ejemplo: “Ama a tus padres”. Según el filósofo prusiano, la conciencia moral no es conocimiento, sino un acto de valoración que nos pone en contacto directo con otro mundo, un mundo diferente de los fenómenos, a este mundo no llegamos por el conocimiento sino por intuiciones de carácter moral. Por lo tanto, la conciencia moral nos descubre el velo del otro mundo, el mundo de las almas y conciencias morales. Ahí descubrimos que la voluntad humana es libre y tiene autonomía, además de ser inmortal.
Que ese otro mundo no está sujeto a las formas del tiempo y del espacio. El alma es ajena al espacio y al tiempo.
Según Kant, si el hombre pudiera por los medios que fuera, purificar cada vez más su voluntad, en el sentido de que esa voluntad pura y libre dependiera sólo de la ley moral, tendríamos cumplido así el ideal. Se habría cumplido el ideal de santidad. Y la santidad es la realidad ideal. De esto se desprende la existencia de Dios, es decir; a Dios llegamos por la intuición de la conciencia moral, nuestra conciencia moral trae ya ciertos principios de actuar sin condición. El deber por el deber lo encontramos en nuestra razón, la moralidad está incluida en nosotros. Este actuar corresponde un deber ser ideal, y este deber ser, nos es dado por Dios. Por eso la conciencia moral siempre tiende al ideal. Y Dios es la más plena realidad ideal. Verbigracia: nosotros pensamos un ideal de belleza, y lo que encontramos a nuestro alrededor está bien distante de ese ideal de belleza que intuimos. Pero lejos del mundo fenoménico, esta la realidad unida al ideal. De tal motivo que el transporte de la conciencia moral, como vía de acercamiento a Dios va a venir a cifrarse en el actuar idealmente. Para llegar a Dios se tiene que vivir éticamente-moral, y ese actuar tiene que ser validado como una ley universal para todos los hombres. En este sentido, Kant, nos da una vía de acercamiento a Dios diferente de la razón científico-filosófica, y esta vía es la conciencia moral.
Para acercarnos a Dios basta una intuición de la ley moral libre y autónoma del hombre. Para alcanzar a Dios basta con tender al ideal. En el ideal está Dios, la realidad unida plenamente al ideal.
Me pregunto, ¿será verdadero que el hombre es poseedor de una naturaleza humana tal y como lo planteó Kant, contaremos con una esencia humana con valores a priori, y además, esa naturaleza humana se encontrará en todos los hombres?
Los filósofos existencialistas, por su parte, establecen que el ser humano existe antes de poder ser definido. La existencia precede a la esencia. Según estos pensadores, el hombre comienza por existir, se encuentra en el mundo y después se define. El hombre empieza por no ser nada, y sólo será lo que se haya hecho de sí. El hombre es un proyecto que se vive subjetivamente, no hay proyectos ni valores objetivos.
Dice Sartre en El Existencialismo es un Humanismo: ”Está bien claro que no hay cuadro definitivo que hacer, que el artista se compromete a la construcción de su cuadro, y que el cuadro por hacer es precisamente el cuadro que habrá hecho; está bien claro que no hay valores estéticos a priori, pero que hay valores que se ven después en la coherencia del cuadro, en las relaciones que hay entre la voluntad de creación y el resultado.
Además, otro error de Kant, es que haya hecho depender la metafísica de su sistema ético. Para el filósofo Dios es la realidad ideal, y todos los hombres debieran tender a ese ideal. De esto saca Kant, su jerarquía de valores poniendo a Dios en la cima. Pero sí él mismo destruyó las pruebas objetivas de la divinidad, y si Dios no está comprobado que exista y más, ya no hay pruebas objetivas que lo demuestren, resulta una antinomia poner a Dios como valor supremo.
La conciencia moral del hombre es subjetiva. Los valores los ha inventado el mismo hombre. El ideal es divergente a cada hombre. Por lo tanto, lo que encontramos es un conflicto de valores. Habrá quiénes tengan a Dios en el nivel superior de su axiología como Kant, sin embargo, habrá otros que ni si quieran lo consideren.
De los valores no se puede inferir un juicio objetivo como lo es el que se sostiene al decir: “el aceite es más pesado que el agua” Resulta imposible fundamentar a la axiología como lo hizo Kant, sobre bases racionalistas.
La valoración de un materialista es diferente de la de un cristiano, y esta a su vez, es diferente de la de un marxista. Hay hombres que han dado la vida por su Dios, pero también hay otros hombres que han dado la vida por su libertad. La moral es subjetiva. Pero hay más, el deber por el deber como lo proclamó el prusiano es inhumano. El hombre busca siempre el bien, lo sustancioso no la forma. Kant, a su ética le impone tanto rigor que desemboca en el absolutismo de la corriente puritanista donde fue educado.
Por otro lado, la moralidad no nos dice nada de Dios ni no lo descubre. Habiendo tantas morales como hombres, y tan disímiles, considero que esta vía tampoco es un buen camino de acercamiento a la divinidad. No sólo existe un género humano, sino pueblos, no sólo un alma humana sino también tipos y caracteres, no sólo una vida humana sino también edades de la vida. Además, el idealismo kantiano desaloja a la vida de su realidad. Las construcciones de los idealistas están lejos de cumplirse, la razón crea ficciones que nada tiene que ver con la realidad.
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